La bulímica de las palabras ha vuelto sanada

Estoy sobre un taburete rosado. Sobre mis rodillas reposa una carpeta grande con una hermosa ilustración de un caballo blanco. Sobre ella estoy apoyando el teclado que aporreo insistentemente para escribir las palabras que llegan a mi mente.

Llevo mucho tiempo sin escribir. Demasiado tiempo. Aunque me alegro de que no sea por lo que puedan decir o pensar sobre mí los demás cuándo me autodefino "artista" o "escritora". No. He tenido que detenerme porque me había perdido a mí misma. 

Estaba completamente fuera de lugar. Histérica. Hundida física, mental y emocionalmente. Agotada y saturada completamente por la vida y por el mundo. Las personas que han estado siguiéndome en mi perfil principal de Facebook lo saben bien. Seguro que más de uno leyéndome pensó -A esta se le ha ido la olla-. Y no podría quitarles la razón. 

Estaba completamente fuera de mí. Tan solo vomitaba palabras al mundo. Desquiciada, rebosante de datos, noticias y emociones que absorbía como una esponja pero que no llegaba nunca a digerir completamente.

Me convertí en una bulímica de las palabras. Leía con obsesiva voracidad toda la información posible y acto seguido, empachada a más no poder, iba a mi váter virtual a vomitar todo lo que me estaba dañando. 

Sin gestionar todo lo que entraba dentro de mí, pasando un mal momento personal y sin poner filtros a lo que compartía públicamente ¿Cómo no iba a ser dañina, tóxica, ofensiva y desagradable para con los demás? Era completamente imposible. 

Así fue cómo me enfrasqué en un lento y doloroso suicidio social que usé inconscientemente para evitar ver que quién realmente necesitaba ayuda no eran mis interacciones personales -aunque obviamente también-. Pero aun más importante y desesperadamente necesitaba ayuda "mi yo interior", mi yo más profundo.

Mirando hacia afuera, enfocándome en los problemas del exterior, en realidad estaba huyendo de mis propios problemas personales. Estaba evitando enfrentarme a aquello que más me dolía, a aquello que más urgentemente necesitaba sanar en mi interior. Pero no era consciente de ello. 


Entiendo que si me hubiera dedicado un tiempo de consciencia para mi misma de forma regular habría podido descubrirlo. Esa información estaba latente en mi subconsciente tratando de salir a la superficie. Pero no le di esa oportunidad. 


Los ríos de luz y de creatividad que hay dentro de mi se estancaron, se empantanaron, y al final, se corrompieron completamente. Pudrieronse sus aguas y arrasaron cruelmente con todos los seres fantásticos que componen la flora y la fauna de mi mundo interior. 

Sanear este desastre no ha sido nada fácil y aun me queda mucho trabajo por delante. Pero es una labor hermosa y grandemente satisfactoria. Las aguas por fin han empezado a fluir de nuevo. De forma delicada, suave, a la vez que constante, se están llevando toda la porquería que había quedado posada en el fondo de mi lago. 


Las semillas, aunque lenta y tímidamente, ya han empezado a sacar pequeñas hojuelas que anuncian la promesa de una nueva primavera. 


Algunos pájaros e insectos de vivos colores han empezado a sobrevolar de nuevo la zona. Me visitan intermitentemente tanteando el lugar para decidir si es un buen hogar para quedarse, y con ellos, vienen hadas, duendes, musas, ondinas y seres increíbles de toda índole llenos de magia y de belleza.


Hoy, mientras escribo estas palabras es tres de abril de 2022. Desde el pasado día uno de este mismo mes estoy leyendo el libro "El camino del Escritor" de la autora Julia Cameron. Aún no lo he terminado -aunque casi-.

Debo reconocer antes que nada que no he empezado a hacer los ejercicios que vienen adjuntos. Tan solo los he leído -por ahora-. Pero si que tengo previsto hacerlos en cuanto termine de leer todo el libro.  Soy de leer del tirón ¡Que le vamos a hacer! Prefiero hacerlo así y una vez terminado el libro, volver a él para hacer las actividades que se recomiendan.

Lo que sí he empezado a aplicar son algunos ejercicios del "Camino del Artista" que yo ya conocía con anterioridad. No he sido todo lo constante que debería, lo cuál espero solucionar cuanto antes. Pero aún así, su lectura me ha servido para hacer varios clics mentales que me han ayudado a tomar consciencia de muchas cosas, recordar otras, organizar y validar ciertas ideas, y por supuesto, desbloquearme creativamente. 

Volver al mundo del arte, las artesanías y de las letras, así como también, al inmenso placer de leer literatura, era algo que tarde o temprano tenía que suceder en mí vida. Mi alma no soporta vivir en este denso mundo sin la compañía recurrente, casi omnipresente, de estas hermosas y misteriosas musas que acompañan al ser humano desde que el hombre es hombre. Quizá, quién sabe sí en distintas formas, tal vez incluso desde mucho antes.

Necesité huir durante un tiempo relativamente largo. Hacerme otro perfil en redes sociales. Permitirme experimentar y probar nuevas cosas. De todo ello me llevo gratos recuerdos y aprendizajes importantes. 


Nuestra cultura nos enseña a mantenernos siempre en nuestra línea. A no salirnos de los márgenes establecidos. A hacer lo que se supone que se espera de nosotros. Incluso si somos algo estrambóticos cómo yo misma. Las personas de nuestro alrededor esperan que no nos alejemos de la imagen preconcebida que ya se han creado de nuestra persona. Si probamos algo nuevo y no nos funciona - o simplemente no nos gusta, o no termina de cuajar en nuestro interior por cualquier razón- entonces, sentimos que además de ir en contra de la corriente social hemos fracasado, que hemos cometido un error e incluso que hemos perdido el tiempo inútilmente quedando retratados como unos tontos. No es cierto. Es solo nuestro ego refunfuñando mientras se lame las heridas.

Experimentar, probar nuevas experiencias y actividades, aprender e investigar, forma parte de nuestro espíritu. Somos almas en constante evolución. No somos una maquina cerebral llena de tejidos y de químicos complejos, aunque también. Pero esta carcasa biológica es solo la nave que pilotamos para movernos físicamente por este planeta. Es un préstamo del universo para que precisamente experimentemos y aprendamos a través de estas vivencias. Lo contrario, deriva siempre en un estancamiento emocional. En un vacío que muchas personas sufren sin saber ubicar su origen. La rectitud, la rutina, los limites y limitaciones autoimpuestos por una mente tirana, una mente preprogramada por una sociedad que aun tiene mucho que aprender y por lo tanto, mucho por mejorar nos hacen perdernos a nosotros mismos. A no ser que individualmente tomemos consciencia y responsabilidad sobre esta circunstancia. ¡Y siempre estamos a tiempo de hacerlo!

He estado usando el tarot y los oráculos como forma de auto conocimiento. Ellos me han acercado a mi interior. A través de sus imágenes arquetípicas he vuelto "a mi ser", "a mi centro". He encontrado la Luz que hay en mí, pero también la Oscuridad que necesita ser iluminada, aceptada e integrada. Me he enfrentado con más decisión que valor al dragón que custodia el inconsciente y me he permitido acercarme al abismo de mi subconsciente para permitirme recibir de él lo que fuera preciso en cada momento. Lo he metido todo en una cestita de mimbre con lazos rosados y con ella he transportado estos valiosos tesoros hasta la consciencia. 

Atravesando estos caminos frondosos me he cruzado con otras personas que también están luchando con sus propios demonios y dragones. Personas que muchas veces me han pedido ayuda. Ya que durante este proceso sentí que quería compartir el arte de las mancias en varias redes sociales, algunas personas pensaron que podía facilitarles el proceso. No fui capaz de negarles mi ayuda sintiendo el dolor y la desesperación que emanaban de sus vidas. Les ayude tanto como fui capaz, de la mejor forma que supe en cada situación y con el debido respeto y discreción que todos ellos merecen. Lo hice de corazón y con todo mi amor. Pero aun así, había una energía contraria a todo ello. 

Al principio pensé que eran entes externos. Pero no. Era algo mucho más personal. Era algo interno. Era mi alma haciéndome saber a través de los dolores musculares de mi espalda que no estaba cómoda ejerciendo ese papel. Me tensaba enormemente al hacer lecturas privadas y me tenia que forzar psicológicamente para hacer las que grababa para el publico. Obviamente algo no marchaba bien, pero no acabada de dilucidar que era exactamente, así que seguí así durante cierto tiempo.


De vuelta volvía el mismo problema inicial: no me estaba escuchando a mi misma. Sí que lo hacía en ciertas cosas que mi mente consciente trataba de alcanzar a pesar del dragón que custodia mi inconsciente. Pero no me estaba concediendo el tiempo, el espacio, ni las herramientas necesarias para que fluyera de forma natural aquello que mi subconsciente trataba de expresarme. 


En definidas cuentas, me centré tan solo en escuchar lo que a mí ego le interesaba en ese momento. Fui un mal interlocutor de mi misma. En lugar de abrirme a recibir todo lo que mi alma quería -y necesitaba- decirme yo tan solo le preguntaba lo que quería saber en ese momento y en cuanto tenia la respuesta deseada no le daba margen para contarme nada más. No le daba la oportunidad de susurrarme al oído lo que sentía, quería o temía, lo que le dañaba o lo que le alegraba. 


Fui egoísta conmigo misma, con mi propia esencia. Tal y como hacemos tantas personas a lo largo de nuestras vidas en este planeta. Pero nunca es tarde para ponerle solución a esta situación y mejorar la comunicación con nuestra esencia más pura y autentica. Todo es cuestión de saber como hacerlo -lo cual es mucho más sencillo de lo que podamos imaginar-. Y luego, comprometernos a dedicarnos un tiempo y un espacio de forma regular para sintonizar con lo que necesitamos para mejorar nuestra vida. No es difícil, insisto. Tan solo se requiere de tener un sistema claro y un compromiso sincero con nosotros mismos.

Escuchando el audiolibro de El Camino del Artista y leyendo el libro de El Camino del Escritor he recordado como yo misma practicaba desde mi adolescencia algunos de los ejercicios que la autora recomienda en sus libros. Yo lo hacía por pura necesidad interna y de forma totalmente instintiva. No sabia nada de estos dos libros. En esa época tampoco había oído hablar de escritura terapéutica, ni de la automática. Tampoco había oído hablar de registros akashicos, ni de canalizaciones de ningun tipo. Pero de cualquier forma, de manera intuitiva, estuve aglutinando todos estos recursos en varios cuadernos que transportaba de aquí para allá en los peores momentos de mi vida. Curiosamente recientemente he descubierto que así mismo fue como nacieron en la vida de la autora sus ya más que famosas páginas matutinas.

Estos dos libros de Julia Cameron tal vez a mi no me hayan revelado nada nuevo. Es cierto. Pero lo que si han logrado es recordarme cuanto bien me hace la escritura. Lo sanadora que resulta para mí. Lo imprescindible que ha sido siempre para mantener mi salud espiritual en buenas condiciones a pesar de todos los avatares de la vida. También me ha dado la validación que en alguna parte mi niña interior necesitaba. Pero sobre todo, me ha dado las pautas a seguir para retomar esta aventura interior y hacerlo de una forma ordenada, regular y organizada. ¡Necesitaba estos libros en mi vida cómo agua de mayo!


Aunque el primero aun no lo tengo físicamente espero no tardar en hacerme con él. Quiero, como con el segundo, leerlo con devoción, subrayarlo con pasión y sobre todo, guiarme con ellos cada vez que pierda el norte. Igual que hace un buen marinero mirando las estrellas del firmamento para guiarse con seguridad y así, poder avanzar con calma y determinación a través de las aguas, incluso, de las más oscuras, tenebrosas y misteriosas.


Por hoy no tengo más que decir. Que no es poco ¿verdad? Tan solo que ya estoy de vuelta. Otra vez. Una vez más. Cada vez diferente, cada vez mejor. Cada vez más yo. Cada vez un poco mas experimentada y ojala que algo más sabia -aunque tan sólo sea un poquito-. Estoy de vuelta y estoy feliz. 

Solo me queda daros las gracias a los que aun seguís a mi lado a pesar de todos mis errores -incluso los más graves-. Gracias a todos los que empatizáis conmigo y veis más allá de mis estrepitosas caídas y de mis vergonzosos deslices sociales. 

Gracias a los que sabéis ver más allá de las apariencias y que habéis logrado captar que detrás de este carácter -a veces- horrible, hay un corazoncito tierno y vulnerable que late con fuerza manteniendo con vida a esta personita sensible que en demasiadas ocasiones no ha sabido cómo manejarse en este mundo a veces tan difícil y cruel. 

Gracias a las personas que decidís seguir mis publicaciones, mis escritos y mis videos por mas locos y diversos que estos sean. Gracias a los que me acompañáis por formar parte de mi vida. Gracias a los que os fuisteis por cualquier razón, porque en algun momento, también formasteis parte de mi historia personal. Y gracias a todos los que estáis llegando, porque estoy deseando conoceros, conectar con vuestras almas, e intercambiar emociones, vivencias y opiniones desde el amor y el respeto. 


Estoy de vuelta, sí. Y soy muy feliz por ello. Gracias por estar al otro lado de la pantalla acompañándome mano a mano en mi vuelta al escenario.


Atte. Sonia López







Comentarios